El tiempo que llevo saltando de cuerpo en cuerpo me ha enseñado una lección vital: nunca debes poner en problemas el cuerpo que ocupas. Mi misión es pasar desapercibido, ser lo más fiel posible a la persona cuya vida estoy viviendo.
Me fui a casa en un auto que me hizo sentir como un rey... o una reina. Un Porsche. No soy un experto en autos, pero sentía su potencia, su rugido. Al mismo tiempo, me daba cuenta de lo desperdiciado que estaba ese auto en una ciudad con límites de velocidad tan estrechos.
Al llegar al lujoso departamento de Lara, seguí su rutina. Me tomé un baño que, como siempre, duró más de lo habitual. Es mi momento de exploración, de disfrutar un poco de este cuerpo. El placer femenino es lo único que, a veces, siento que vale la pena de saltar solo en mujeres. Es una sensación que nunca experimenté como Alejandro, y es... intenso.
Una vez terminado el baño, busqué algo bonito que ponerme. La mayoría de la ropa de Lara es sexy y de marca, así que me puse un camisón de seda que se sentía como una segunda piel. Luego, fui a preparar la cena. Lara solía cenar ensaladas, yogur o cosas ligeras. Pero yo, Alejandro, traía un hambre voraz. Pensé: "Un día no me hará daño". Revisé la alacena y el refrigerador. ¡Nada que engordara! Así que pedí una pizza a domicilio. Mi pequeño estómago de mujer no aguantó más que una rebanada y media, y eso que pedí la mediana. Decidí guardarla para después.
Al día siguiente, me puse un vestido lindo, algo sexy, sabiendo que mis amigas, como siempre, le dirían a Lara que la envidiaban. A mediodía, llegué al restaurante elegido, y un par de ellas, Romina y Claudia, ya estaban allí. Romina, casada, con un brillo en los ojos que delataba un chisme fresco. Claudia, también casada, con una sonrisa cómplice.
Pronto llegaron Rita, Bárbara, Ana y Miranda. Todas con novios, aunque sin planes de boda a la vista. La mesa se llenó de risas, de copas de vino y, por supuesto, de chismes que volaban como misiles entre plato y plato.
"¡No saben lo que me hizo Marcos anoche!", exclamó Rita, su voz subiendo un tono. "¡Me dejó plantada por un partido de fútbol! ¡Un partido! ¿Pueden creerlo? ¡Estoy harta de que el fútbol sea su prioridad!" El resto asintió con simpatía, algunas con sus propias quejas.
"Uff, te entiendo, Rita," suspiró Bárbara, revolviendo su ensalada. "El mío es igual. Ayer le pedí que me ayudara a elegir un vestido para la boda de mi prima, y me dijo 'ponte lo que quieras, te ves bien con todo'. ¡Como si eso ayudara! A veces siento que hablamos idiomas diferentes."
Ana, en cambio, irradiaba felicidad. "Pues el mío me sorprendió con un ramo de rosas gigante y una cena en ese restaurante italiano que tanto me gusta. ¡Es tan detallista, chicas! A veces siento que estoy viviendo un cuento de hadas." Las miradas de envidia no se hicieron esperar.
Claudia, la más pragmática de las casadas, intervino: "Bueno, al final del día, lo importante es que haya respeto y que te hagan sentir valorada. Romina y yo ya pasamos por esa etapa de los fuegos artificiales, ¿verdad, Romy?" Romina asintió, sonriendo. "Exacto. Ahora la felicidad es una buena serie en el sofá y que no ronque demasiado."
Y entonces, inevitablemente, la conversación giró hacia Lara. "¡Y tú, Lara! ¡No te nos escondas! ¿Cómo va lo tuyo con Tom? ¡Cuéntanos todo, pero todo!", exclamó Romina, con una mirada pícara que no aceptaba evasivas.
Mi corazón de Alejandro, que había estado tan cauteloso, de repente sintió una oleada de las emociones de Lara. La excitación, la ternura, la esperanza que ella sentía por Tom. Después de lo de Ralph, después de esa experiencia tan intensa y reveladora, me había resignado a que si un chico me gustaba en este viaje, era porque a la dueña del cuerpo que habitaba también le gustaba. Y ahora, no quería contenerme. Quería vivir toda la experiencia.
"¡Ay, chicas! ¿Qué les digo?", comencé, con una sonrisa que no era del todo mía, pero que se sentía genuina. "Tom es... increíble. Es un caballero de los que ya no hay, siempre atento, siempre pensando en el detalle. Me hace sentir... especial. De verdad, es como si me entendiera sin que yo tenga que decir una palabra."
"¡Awwwww!", exclamaron todas al unísono.
"¿Y es guapo? ¿Y te trata bien? ¡Queremos detalles!", presionó Bárbara.
"Es guapísimo, sí," respondí, y una imagen de Tom (la de los recuerdos de Lara) apareció en mi mente. "Y me trata como una reina. Es inteligente, divertido, y me hace reír mucho. La verdad es que estoy muy ilusionada. Es diferente a todo lo que he conocido."
Me explayé un poco más, hablando de sus planes para el teatro el domingo, de cómo él siempre la hacía sentir cómoda, de la química que había entre ellos. No era Alejandro hablando, era Lara, a través de mí, expresando toda su emoción. Y yo, por primera vez, no me sentía solo como un observador, sino como un participante activo en esa emoción.
La conversación volvió a los dramas de las demás, y yo pude respirar aliviado, pero con una nueva sensación. Había cruzado una barrera. Ya no solo estaba actuando; estaba sintiendo. Y el domingo con Tom... esa sería una experiencia que, por primera vez, no quería evitar.
¿Crees que mis amigas de Lara notaron mi cambio de actitud? ¿Qué harías tú si de repente sintieras las emociones de la persona que habitas? ¡Cuéntame en los comentarios!
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In English
My first full day in Lara Lars's body was a deep dive into the world of cybersecurity. We finished work around 10:00 PM. I was exhausted, but Lara's memories had saved me. It was like having a personal assistant in my brain, guiding me through complex algorithms and virtual meetings.
My time jumping from body to body has taught me a vital lesson: you must never get the body you occupy into trouble. My mission is to go unnoticed, to be as faithful as possible to the person whose life I'm living.
I drove home in a car that made me feel like a king... or a queen. A Porsche. I'm no car expert, but I could feel its power, its roar. At the same time, I realized how wasted that car was in a city with such strict speed limits.
Upon arriving at Lara's luxurious apartment, I followed her routine. I took a bath that, as always, lasted longer than usual. It's my time for exploration, to enjoy this body a little. Feminine pleasure is the only thing that, sometimes, I feel is worth it about only jumping into women. It's a sensation I never experienced as Alejandro, and it's... intense.
Once the bath was over, I looked for something nice to wear. Most of Lara's clothes are sexy and designer, so I put on a silk nightgown that felt like a second skin. Then, I went to prepare dinner. Lara usually had salads, yogurt, or light things for dinner. But I, Alejandro, was ravenous. I thought: "One day won't hurt." I checked the pantry and the fridge. Nothing fattening! So I ordered a pizza for delivery. My small female stomach couldn't handle more than a slice and a half, and that's after ordering a medium. I decided to save the rest for later.
The next day, I put on a pretty dress, something sexy, knowing that my friends, as always, would tell Lara they envied her. At noon, I arrived at the chosen restaurant, and a couple of them, Romina and Claudia, were already there. Romina, married, with a sparkle in her eyes that betrayed fresh gossip. Claudia, also married, with a knowing smile.
Soon Rita, Barbara, Ana, and Miranda arrived. All with boyfriends, though no wedding plans in sight yet. The table filled with laughter, wine glasses, and, of course, gossip that flew like missiles between courses.
"You won't believe what Marcos did last night!" Rita exclaimed, her voice rising a notch. "He stood me up for a soccer game! A game! Can you believe it? I'm sick of soccer being his priority!" The others nodded sympathetically, some with their own complaints.
"Ugh, I get it, Rita," Barbara sighed, stirring her salad. "Mine's the same. Yesterday I asked him to help me choose a dress for my cousin's wedding, and he said 'wear whatever you want, you look good in everything.' As if that helps! Sometimes I feel like we speak different languages."
Ana, on the other hand, radiated happiness. "Well, mine surprised me with a giant bouquet of roses and dinner at that Italian restaurant I love so much. He's so thoughtful, girls! Sometimes I feel like I'm living a fairy tale." Envious glances were not long in coming.
Claudia, the most pragmatic of the married ones, interjected: "Well, at the end of the day, the important thing is that there's respect and that he makes you feel valued. Romina and I have already been through that fireworks stage, right, Romy?" Romina nodded, smiling. "Exactly. Now happiness is a good series on the couch and him not snoring too much."
And then, inevitably, the conversation turned to Lara. "And you, Lara! Don't hide from us! How are things with Tom? Tell us everything, but everything!" exclaimed Romina, with a mischievous look that wouldn't take no for an answer.
My Alejandro heart, which had been so cautious, suddenly felt a surge of Lara's emotions. The excitement, the tenderness, the hope she felt for Tom. After what happened with Ralph, after that intense and revealing experience, I had resigned myself to the fact that if I liked a guy on this journey, it was because the owner of the body I was inhabiting liked him too. And now, I didn't want to hold back. I wanted to live the whole experience.
"Oh, girls! What can I say?" I began, with a smile that wasn't entirely mine, but felt genuine. "Tom is... incredible. He's a gentleman like no other, always attentive, always thinking of the details. He makes me feel... special. Truly, it's like he understands me without me having to say a word."
"Awwwww!" they all exclaimed in unison.
"And is he handsome? And does he treat you well? We want details!" Barbara pressed.
"He's very handsome, yes," I replied, and an image of Tom (from Lara's memories) appeared in my mind. "And he treats me like a queen. He's smart, funny, and he makes me laugh a lot. The truth is, I'm very excited. He's different from anyone I've ever known."
I elaborated a bit more, talking about their plans for the theater on Sunday, how he always made her feel comfortable, the chemistry between them. It wasn't Alejandro speaking, it was Lara, through me, expressing all her emotion. And I, for the first time, didn't just feel like an observer, but an active participant in that emotion.
The conversation returned to the others' dramas, and I could breathe a sigh of relief, but with a new feeling. I had crossed a barrier. I was no longer just acting; I was feeling. And Sunday with Tom... that would be an experience that, for the first time, I didn't want to avoid.
Do you think Lara's friends noticed my change in attitude? What would you do if you suddenly felt the emotions of the person you're inhabiting? Tell me in the comments!
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